"De repente ya no sentía miedo. sólo era consciente de la fría roca bajo mis pies desnudos y del rugido del mar que, más abajo, descargaba su ira efervescente contra el acantilado. Mi mente se diluía borrando mi memoria, y me olvidé de todo... me olvidé de mi".


15 de septiembre de 2014

Llega un momento en el cual te das cuenta de que es inútil luchar; que es mejor soltar los amarres, no pisar más los frenos, dejarte llevar pendiente abajo y librarte de los lastres que te mantienen sujeto. No hay nada malo en ello, al fin y al cabo, siempre supiste que acabarías por bajar. Eso es “Descenso a la locura”: un viaje hasta el límite de la cordura, un paso más, hacia el abismo en donde todo se confunde y adquiere una perspectiva diferente; un viaje interior donde habitan las sombras, las tormentas, y brillan miles de ocasos. Lo que para otros es frio y tenebroso, para mí es un lugar cálido y acogedor.
“Descenso a la locura” es un compendio de relatos y poemas que transitan por el miedo, la demencia, el horror y la inquietud. También es una novela epistolar que, bajo el mismo título, narrará la vida de Lenore de Clarence, una mujer del siglo dieciocho y su influencia sobre la vida y la obra de un principiante director de cine de nuestros días. Es una historia en la que llevo pensando hace varios años y que de forma recurrente me obliga a garabatear folios y libretas, que ahora se hallan amontonadas encima de mi mesa de trabajo esperando, eternamente esperando. Seguramente jamás será publicada y tampoco sé la frecuencia en que me será posible escribirla, pues mi indisciplinado ánimo, y mi mente habitualmente dispersa no me lo permiten. Pero sí agradeceré la compañía de todo aquel, que haga menos solitario mi descenso a la locura.